Más de 140 kilos de sabrosas sardinas a la brasa se desgustaron ayer tarde al término del “Entierro de la Sardina”, en un miércoles de ceniza pasado por agua y con un viento frío que no impidió que a media tarde el séquito fúnebre recorriera las calles de la localidad, sumidos en el dolor y el llanto por tan irreparable pérdida.
Pozuelo Digital.- Día desapacible y frío el de ayer, miércoles de ceniza, en el que se celebró a media tarde el tradicional y cada vez más concurrido “Entierro de la Sardina” en Pozuelo de Calatrava. Un cortejo fúnebre con la difunta a la cabeza, que arrancó desde la Plaza de la Constitución, acompañada por la Agrupación Musical “José Gracia Sánchez” y de más de un centenar de vecinos sumidos en el dolor y el llanto por tan irreparable pérdida, y que recorrió el itinerario habitual por las calles de la localidad para finalizar en el patio de la Universidad Popular, donde se le rindió el último adiós a ritmo de la música más carnavalera y con una exquisita “sardinada”, regada con una buena limonada.
Algo más de un centenar de pozueleños no quisieron perderse este último adiós a Doña Sardina en el ecuador de estas fiestas carnavaleras que están siendo unas de las que mayor participación está registrando en estos últimos años. Varios fueron los grupos que se inscribieron para participar en este desfile fúnebre, ataviados de riguroso luto, y rendir así los últimos honores y dar comienzo a la cuaresma. Entre los participantes, destacar la presencia del alcalde de la localidad, Julián Triguero, acompañado de la concejal de Festejos, Cristina Fernández, y de la concejal de Hacienda, Azucena Hervás.
Algo más de 140 kilos de sabrosas sardinas a la brasa se degustaron al término de las pompas fúnebres en el patio de la Universidad Popular, acompañadas de una buena limonada, que como cada año prepara para la ocasión la Concejalía de Festejos, Cultura, Turismo y Asociaciones del Ayuntamiento de Pozuelo de Calatrava dentro de su programación carnavalera.
Un rito ancestral
El miércoles de ceniza es el primer día de la Cuaresma y se celebra cuarenta días antes del Domingo de Ramos en el que da comienzo la Semana Santa. La ceniza, cuya imposición constituye el rito característico de esta celebración litúrgica, se obtiene de la incineración de los ramos bendecidos en el Domingo de Ramos del año litúrgico anterior.
Y en cuanto a lo pagano se refiere, es la ceremonia con la cual se anuncia el fin del Carnaval y en el que se parodia un cortejo fúnebre culminando con la incineración de la figura de Doña Sardina. En este acto se entierra simbólicamente el pasado, lo socialmente establecido, para que pueda renacer con mayor fuerza, para que surja una nueva sociedad transformada.
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