No cabe ya duda de que ha llegado la hora del cambio político en España; un cambio sensato y coherente, respetando el continente y el contenido. No un cambio por cambiar, sino un cambio de formas y conceptos, y ese cambio no lo pueden protagonizar ni el PP ni el PSOE, ambos partidos están deslegitimados para seguir gobernando, por estar acogotados por la corrupción y los malos hábitos. Ambos son iguales de culpables, por mucho que quieran echarse las culpas los unos a los otros. Los dos tienen que callar y dejar de llamarse a andana.
Pero…, ese pero. España tampoco puede cambiar con Podemos ni con Ciudadanos, ya que los dos partidos emergentes tampoco son legales ni por activo ni por pasivo.
El uno, Podemos, por presentar una idea rompedora de España y de los españoles. Mienten hablando de limpieza democrática cuando están hasta las trancas de corruptelas y de traiciones ciudadanas. La jugada del rol que inventaron los podemistas, que consiste en conseguir el poder por el poder acabando con todo lo establecido siguiendo las directrices de las dictaduras bolivarianas e islámicas, ha alcanzado unos niveles que puede llevarles a su fin por su prepotencia. Un grupo que por sí mismos solo han alcanzado menos del 20% de votos, aunque presuman de 5.000.000 escoltados por grupúsculos que ya se están desmarcando de él, léase Compromís, Marea, En Común… En resumen, unos cantamañanas que quieren el poder a toda costa. Después de sus experiencias negativas en comunidades y ayuntamientos en los que gobiernan, se están cavando su propia fosa, pese a que aún haya muchos engañados por su demagogia de caduco y fallido estalinismo, que les siguen jaleando. Lo de autoproclamarse vicepresidente con todos los ministerios importantes y decisorios, ha sido su canto del cisne.
Por otra parte, Ciudadanos, que podía haber alcanzado unos números de escándalo, se hundió y se seguirá hundiendo por su incapacidad, por no definirse claramente y quedarse a la sombra, en espera de resultados. Postura cobarde e incapaz de decidir en política estatal. Una pena.
¡El cambio!. Si, es necesario un cambio político en España, pero ese cambio pasa por empezar a enmendar la Constitución, no cambiarla, enmendarla, y en esas enmiendas hay que empezar por la Ley Electoral y la eliminación de buena parte de los diputados nacionales y senadores, éstos casi en su totalidad, amén de la obligada poda autonómica.
Tal y conforme se están desarrollando los hechos, tras esa pantomima electoral del 20D, solo cabe nuevas elecciones o un pacto de las fuerzas más votadas con la única misión de acabar con tantas lagunas legales que políticamente sufrimos en España, y nombrar presidente a una persona independiente que sirva de transición para afrontar esos cambios que tanto necesitamos en España. O eso o el caos, se pongan como se pongan. Cambio, si, pero cambiemos de verdad, después de haber limpiado la era.
Julio Barbero Díaz-Peco
Director de La Prensa del Campo de Calatrava