Nominado este año a los premios Max, entregados ayer, su obra “Me llamo Suleimán” se representa en cinco localidades dentro de “Miradas al refugiado”
Pozuelo Digital.- Antonio Lozano (Tánger, 1956) pasó anoche muchos nervios. La segunda obra escénica de este novelista canario de adopción optaba a tres premios MAX: espectáculo revelación, mejor diseño de escenario y autoría revelación para el propio Lozano. Finalmente “Los malditos” no cosechó ninguna manzana enmascarada. Pero la obra que Lozano trae a Torralba, a Calatrava Cultural y Social “Miradas al refugiado” es su anterior trabajo, la adaptación de su novela “Me llamo Suleimán”, que girará por cinco localidades de la comarca con el foco puesto en el público joven.
P-. El público al que se dirige “Me llamo Suleimán” son los jóvenes, ¿por qué necesita una especial concienciación sobre la inmigración este sector de la población?
R-. No solo los jóvenes necesitan esta concienciación, se puede ampliar a toda la sociedad pero los jóvenes son los que van a gestionar el problema en el futuro. La mayoría de ellos, como la mayoría de la sociedad, tiene una visión muy distorsionada de la emigración. Para entender este fenómeno hay que situarlo en su contexto: en África hay países ricos en petróleo, uranio o coltán cuyas poblaciones viven en la miseria. Los países poderosos influyen en las políticas internas de estos países, manteniendo corruptos o dictadores. Luego cuando la gente emigra para buscarse la vida lo que encuentra son vallas y negativas. He sido profesor muchos años y, conversando con mis alumnos, muchos de ellos ven a los emigrantes como delincuentes que vienen a quitarnos el trabajo, a los que el gobierno les da de todo. Se crea cierta animadversión potenciada por ciertos discursos políticos o mediáticos, y es lo que mi obra trata de desarmar.
P-. y Suleimán es su instrumento para acercarse a ellos.
R-. Suleimán, que viene de Mali, tiene la misma edad que ellos, tiene los mismos sueños que ellos, pero sus circunstancias son muy diferentes. Cuando Suleimán les cuenta lo que está viviendo, es más fácil que empaticen con él. Suleimán es ficción, pero está basada en alumnos reales que yo he tenido, especialmente en uno, del mismo nombre, con quien se fraguó una relación muy especial.
P-. En los últimos tiempos parece haber surgido una diferencia entre los refugiados políticos o por guerras y lo que llaman “refugiados económicos”, ¿la emigración tiene clases?
R-. Por desgracia sí. Los que llaman refugiados económicos son fundamentalmente africanos, son negros, mientras que los que llegan, por ejemplo, de Siria, son blancos. En Europa existe todavía un poso de racismo ante los negros. Pero lo que hay que entender es que huir de la guerra o del hambre son dos formas legítimas de escapar. Lo que hay que entender es que hay un mundo profundamente desigual que provoca que millones de personas estén vagando por el mundo y todos ellos son desamparados que deben ser atendidos igualmente.
P-. ¿Qué opina de iniciativas como la de Calatrava Cultural y Social?
R-. Refuerza mi apuesta de la cultura como arma fundamental para cambiar la sociedad y hacerla mejor. He trabajado como gestor cultural desde hace mucho tiempo y siempre he trabajado en ello con el objetivo de transformar el mundo.
P-. ¿Qué ha supuesto para usted el reconocimiento de los premios MAX con tres nominaciones para “Los Malditos”, que también es teatro social?
R-. Solo las nominaciones ya han sido un premio. UnaHoramenos es la primera compañía canaria que ha optado a estos premios y este reconocimiento sirve para amplificar el mensaje que pretendemos difundir con nuestro trabajo.