El Palacio de la Diputación Provincial de Ciudad Real celebra el 125 Aniversario de su entrada en funcionamiento

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El Palacio de la Diputación Provincial de Ciudad Real celebra el 125 Aniversario de su entrada en funcionamiento

 

La Diputación, un emblemático Palacio con valor histórico, artístico y patrimonial. Mañana se cumplen 125 años de la entrada en funcionamiento de este bello edificio decimonónico.

Pozuelo Digital.- Celebramos el 125 aniversario de la recepción de las obras del Palacio de la Diputación de Ciudad Real, un inmueble decimonónico y emblemático de innegable valor histórico, artístico y patrimonial. La actual Corporación, a iniciativa del presidente, José Manuel Caballero, ha querido conmemorar esta importante efeméride con diversos actos tendentes a resaltar este edificio como el mayor exponente de la arquitectura civil de la provincia y la labor que se realiza desde la Diputación para impulsar el desarrollo de todas las ciudades, pueblos y eatim que integran nuestro territorio.

Aunque la Diputación se constituyó por primera vez en 1835, el Palacio provincial comenzó a construirse en 1889 para sede de la Diputación y el 5 de octubre de 1893 se recepcionó definitivamente la obra, realizada de acuerdo con el proyecto que fue encargado al arquitecto Sebastián Rebollar.

El Palacio de la Diputación tiene dos plantas y presenta tres fachadas realizadas en piedra blanca y ladrillo. Al este, la principal en la calle de Toledo, formada por una sola puerta de arco de medio punto y un balcón con frente de orden jónico, rematada por un frontispicio curvo con la imagen sedente de Alfonso X El Sabio; al sur, la fachada de la plaza de la Merced repite el mismo esquema compositivo que la principal, pero está coronada por un frontón recto de tímpano liso; y al norte, la de la calle de la Rosa, muy sencilla, decorada con palmentas que rematan la cornisa de todo el edificio. En los ángulos se constituyen dos rotondas que articulan las tres fachadas, realizadas en ladrillo y un aparejo de leve labor neomudéjar, cubiertas por adornos apizarrados con pequeños óculos.

Atendiendo a las indicaciones que reseñó Inocente Hervás y Buendía, la institución provincial, que entonces dependía de la Administración estatal, tuvo su sede previamente en una casa de la calle de Caballeros construida por el industrial Dámaso de Barrenengoa -que posteriormente albergó el Gobierno Civil y la Academia de 2ª Enseñanza fundada y dirigida por Miguel Pérez Molina-. Al no ser lo suficientemente idóneas estas instalaciones, la Diputación anunció el concurso de solares y casas para buscar una nueva sede. Se adquirió una propiedad de Magdalena Maldonado, aunque por su “sitio excéntrico y por iniciativa de varios diputados”, en 1886 se presentó una proposición mediante la que se solicitó su venta y la adquisición de otro solar con mejores y más adecuadas condiciones.

Es en ese momento cuando el Prelado de la Diócesis pretendió enajenar el edificio de la Vicaría, por lo que la Diputación entabló conversaciones y dispuso su compra por unas 40.000 pesetas, otorgándose la escritura pública el 29 de octubre de 1888. Sebastián Rebollar propuso a la Diputación la necesaria adquisición del granero contiguo propiedad de Catalina Jarava, viuda de Luis Muñoz, que igualmente adquirió la Corporación por unas 6.000 pesetas. Acto seguido se adjudicó la obra al constructor Joaquín Castillo así como el proyecto y la dirección a Sebastián Rebollar. La primera piedra se puso el 6 de agosto de 1889 y el 21 de septiembre de 1893 se dio por terminado el Palacio provincial, produciéndose la entrega a la Corporación el 5 de octubre de 1893.

La tipología ecléctica que marcaba desde mediados del siglo XIX será utilizada por Rebollar, concibiéndose entonces un edificio de corte clasicista. El espacio diseñado era simétrico y axial, partiendo de un palacio de la nobleza, aunque solucionando las complejidades de dicho solar con el objeto de cubrir las necesidades funcionales encomendadas. En el edificio la ornamentación mostraba un repertorio austero de origen clasicista, cuya aplicación exterior se correspondía con la mayor o menor cualificación funcional de los espacios interiores.

Las reformas que fue acometiendo el arquitecto sobre la marcha para reflejar la singularidad de este edificio suponen que dé lugar a un edificio más alto que la contigua Iglesia de la Merced y que adquiera una forma más imponente que el cercano Consistorio, con mejores materiales en la fachada, cubierto en su tramo central por una cúpula y un Salón de Plenos más amplio.

Sin embargo, será la decoración interior la que mejor plasme la función del Palacio como sede de la Institución provincial, realizándose un gran despliegue decorativo interior entre 1891 y 1892 a manos de don Ángel Andrade (Ciudad Real, 1866-1932) con la ayuda de Samuel Luna (Almagro, 1860-Ciudad Real, 1929).

La institución provincial mostró su satisfacción ante tal profusión de elementos de apariencia clasicista, revestidos pictóricamente simulando materiales nobles (oro, mármoles de colores, maderas) y las escenas murales de los principales espacios.

Ángel Andrade fue el encargado de acometer el programa decorativo de este Palacio, que se plasmó en los espacios más cualificados funcionalmente: desde la escalera, lugar público por excelencia, a los espacios destinados a reuniones, plenarios y celebración de las comisiones, lugares donde se desarrollaban las funciones representativas de la Diputación Provincial. Andrade realizaría y firmaría las pinturas murales y, como director de la decoración, llevaría a cabo el proyecto de ornamentación arquitectónica seleccionando el repertorio de entre los manuales disponibles, ayudado de la formación adquirida en la Escuela de Artes e Industrias. Fue Samuel Luna quien lo plasmó supervisado por Andrade.

El academicismo pictórico de Ángel Andrade tuvo su origen en el estudio de la pintura clásica y su aventura personal con el paisaje. Entre sus influencias se observan las grandes pinturas murales renacentistas y barrocas italianas, aunque su reto no es otro que, aun siendo un pintor decimonónico, intentaba resolver unas composiciones de esta naturaleza y dimensiones. Los temas clásicos son presentados de forma alegórica, tal como se refleja en la suavidad romántica en el dibujo y el color.

En este programa decorativo, entre los espacios a destacar cabe señalar que el espacio más representativo como lugar de reunión es, sin duda, el Salón de Plenos. En su techo destacan frescos de las alegorías universales de “La Fortaleza”, “La Prudencia”, “La Templanza” y “La Justicia”, virtudes morales que en este espacio tratan de convertirse en las virtudes políticas que tienen como objeto último el buen gobierno.

En la cúpula de la escalera principal se muestra el tema academicista de las cuatro Bellas Artes, dotadas de sus atributos tradicionales que aluden al mundo clásico. A partir de estas alegorías y la cúpula, el espacio se transforma en un templo civil donde se veneran la belleza y el arte, tal como profesan los nuevos gustos de la Corporación provincial, mecenas de las artes.

Y en la Sala de Comisiones se muestra una decoración más privada y libre, a modo de gabinete, de ahí que en la linterna de esta estancia aparezcan infantes -ángeles sin alas- entre ramas de rosal. En otras estancias, como en el Salón de Recepciones, Andrade utilizó composiciones histórico-literarias como sucedía con el nacionalismo romántico de la época. “Don Quijote” fue el tema elegido, pues constituye el símbolo provincial por excelencia y el espíritu manchego, siendo la Corporación Provincial su representante y garante. Esta función sería continuada posteriormente, tal y como se muestran en los sucesivos retratos encargados a pintores manchegos como Alfredo Palmero y Carlos Vázquez, entre otros, lo que conformaría una Galería de Personajes Ilustres que también se exponen en la Sala como Hernán Pérez del Pulgar, Santo Tomás de Villanueva, el general Espartero, etc.

Palacio de la Diputación Provincial de Ciudad Real

La primera gran reforma

A finales de los años 50 del pasado siglo (1958-1960), la institución provincial pretendió ponerse al día de los nuevos tiempos políticos, llevando a cabo una nueva ornamentación del Salón de Plenos como espacio más emblemático. El encargo recayó en dos artistas contrastados de la tierra, verificándose con ellos esa “recuperación patrimonial” que también vinculaba a Angel Andrade. Los artistas elegidos fueron el arquitecto daimieleño Miguel Fisac (1913-2006) y el artista local Manuel López-Villaseñor (1924-1996).

Se construyó una pared de 25 centímetros que sirvió de soporte a la pintura mural “Vida, Trabajo y Cultura” de López-Villaseñor. Se antepuso a los muros frontal y derecho del Salón y se colocó un falso techo de escayola enrasado con la pared nueva. La reforma alteró radicalmente el espacio y su ornamentación y supuso la eliminación del espacio del salón destinado a la prensa y el público.

Nueva reforma en la etapa democrática

En la década de los 80 (entre 1985 y 1988) el palacio se restauró con el objetivo de cubrir las nuevas necesidades funcionales de la institución provincial y de adaptar las instalaciones a la normativa vigente. La Corporación provincial de entonces mostró la singularidad del edificio y resaltó su valor histórico-artístico.

La anterior reforma del Salón de Plenos suponía un serio obstáculo para la recuperación de las soluciones espaciales y ornamentales primitivas, puesto que los lienzos de Andrade fueron arrancados. Cabía la posibilidad de fuesen recuperadas tanto la sala de prensa como los lienzos de Andrade –descubiertos en un cuarto trastero del Palacio altamente deteriorados por mal almacenaje y mutilaciones hechas tras ser arrancados-, aunque los lienzos podían restaurarse y restituirse al techo, devolver la funcionalidad al espacio de prensa requería la retirada del mural mediante su traslado, medidas para las que fueron consultados Fiscac y Villaseñor. El desacuerdo de Villaseñor y la opción de secundar la recuperación total por parte de Fisac convirtieron el tema de la reforma en polémico, y se llegó a la solución de que el mural permanecía y se recuperaba la decoración arquitectónica en el espacio restante restituyéndose los lienzos de Andrade al techo tras su restauración.

Última reforma en el Siglo XXI

A mediados de la pasada década, en el año 2006, se llevó a cabo un proceso rehabilitador de la fachada y otras actuaciones con el objetivo de resaltar la belleza del Palacio provincial. También se realizaron mejoras como la adaptación del acceso a su interior a personas discapacitadas, o el espacio expositivo para mostrar y rendir un mejor homenaje al legado del artista Ángel Andrade, de cuyos fondos es responsable y albacea (su hermano Pablo se encargó de traspasar a la Diputación de Ciudad Real más de cuatrocientas obras).

Tras más de una centuria transcurrida, las obras de reforma y remodelación practicadas para un Palacio de esta importancia, muestra su evolución a lo largo de los años, modificaciones todas ellas que han tenido en cuenta su estructura y su funcionamiento como enclave del poder político y administrativo provincial así como museo del legado artístico de la Diputación, en el que se puede observar una buena parte de la obra de Ángel Andrade de forma permanente.

Más recientemente, en el presente mandato bajo la presidencia de José Manuel Caballero se ha acometido la instalación de led en las ventana y balcones del edificio, así como en los frontones y torres con el objetivo de que el Palacio Provincial ofrezca con mayor realce su atractivo a vecinos y visitantes durante la noche.

(Basado en investigaciones, estudios y trabajos de Esther Almarcha, profesora titular de la Facultad de Letras de la Universidad de Castilla-La Mancha, del historiador Manuel Cabezas, conocido por el pseudónimo Estanislao Z. Navas, y de Marisa Giménez, jefa del Servicio de Conservación de la Diputación de Ciudad Real)

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